viernes, 6 de septiembre de 2013

De peonías, dinastías, mujeres, hombres y equívocos

"En 1644 cayó la dinastía Ming y se inició la dinastía Qing, liderada por los manchúes. Durante unos treinta años, China estuvo sumida en el caos. Algunas mujeres fueron obligadas a abandonar sus hogares; otras los abandonaron voluntariamente. Miles de mujeres se convirtieron en poetisas y escritoras y sus obras llegaron a publicarse. El personaje de la doncella enferma de mal de amor adquirió gran relevancia en las obras de esas autoras, de las que más de una veintena ha sobrevivido hasta nuestros días.
He seguido el estilo tradicional chino para presentar las fechas. El emperador Kangxi reinó desde 1662 hasta 1722. La ópera de Tang Xianzu El Pabellón de las Peonías se escenificó y se publicó por primera vez en 1598. Chen Tong (a quien llamo Peonía en esta novela) nació hacia el año 1649; Tan Ze, hacia 1656, y Qian Yi hacia 1671. En 1694, Comentarios de las tres esposas fue el primer libro de su género escrito y publicado por mujeres."

Veo una tapa que me llama la atención y me acerco, pero en ese momento llega el #Subte.
Alcanzo a leer Lisa See...





«El amor es de origen desconocido, pero siempre prevalece. Los vivos pueden morir de amor, y gracias al poder del amor reviven los muertos. El amor no es amor verdadero si quien lo siente no está dispuesto a morir por él, o si no puede devolver a la vida a quien ya ha muerto. ¿Es necesariamente irreal el amor que nace en el sueño? Porque en este mundo no faltan los amantes oníricos. El amor es algo sólo plenamente corpóreo para quienes deben satisfacerlo en la almohada, y para quienes sienten renovados sus afectos cuando se retiran de sus cargos.»

Prefacio de El Pabellón de las Peonías, TANG XIANZU, 1598

El vagón está lleno pero logro un buen ángulo. Lisa See hace su primer contrapunto: un ebook que esconde su contenido. 


"Dos días antes de cumplir dieciséis años, me desperté tan temprano que mi criada todavía dormía en el suelo, a los pies de mi cama. Debería haber regañado a Sauce, pero no lo hice porque quería disponer de unos momentos a solas para saborear mi emoción y mi nerviosismo. Esa noche iba a estrenarse una representación de El Pabellón de las Peonías en nuestro jardín. Yo adoraba esa ópera, y ya había reunido once de las trece versiones impresas disponibles. Me gustaba tumbarme en la cama y leer la historia de la doncella Liniang y su amante onírico, de sus aventuras y su triunfo final. Y ahora, durante tres noches, que culminarían el Doble Siete —el séptimo día del séptimo mes, el día de los enamorados y mi cumpleaños—, podría verla representada, algo que normalmente les estaba prohibido tanto a las niñas como a las mujeres adultas. Mi padre había invitado a otras familias a las celebraciones. Habría concursos y banquetes. Iba a ser algo inolvidable."





"Alguien me tiró de la manga. Me volví hacia la derecha y encontré la transida carita de Tan Ze mirándome de hito en hito.
—¿Estás mirando a ese muchacho de allí? —me preguntó.
Parpadeé varias veces e intenté recobrar la compostura respirando hondo.
—Yo también me he fijado en él —me confió Tan Ze con un descaro impropio de su corta edad—. Tú ya debes de estar comprometida. Pero mi padre —bajó la barbilla y me miró con complicidad— todavía no ha concertado mi matrimonio. Dice que con tanto caos en el país no deberíamos precipitarnos. "

El pabellón de las peonías, de Lisa See.


Cuando me estoy por bajar la sigo viendo. Pero cambia el contrapunto. 

El mundo ha vivido equivocado.



Fontanarrosa, fucsia en pleno, contrasta con el esqueleto de sombrilla negro sobre base naranja-roja.



"- Es la magia del cinematógrafo, Hugo. Hay que admitirlo.
- Pero en este día perfecto que te digo yo, vos terminás de echarte los 15 polvos con la rubia, te levantás echo un duque. Te pegás una flor de ducha, coa de quitarte de encima los residuos del pecado y ¿qué pasa? Tenés un hambre de la puta madre que lo parió. ¡Loco! No comés desde el desayuno que picaste alguna boludez. Y después no almorzaste porque el tipo que está de cacería no puede permitirse andar con sueño y hecho un pelotudo. Entonces, entonces... imaginate bien, eh. Prestá atención. Te empilchás livianito. La mina también. Ya es de noche. Está fresquito. No hay el calor puto que suele haber acá. Ahí refresca de noche. Vos como un duque pedí el morfi a la habitación ¡Imaginate vos!... Vos ahí te sentís Gardel. Acabás de encamarte con una mina de novela. Estás en un lugar de puta madre, tenés un hambre de lobo... entonces te hacés traer un vino blanco helado, pero bien helado de esos que duelen acá.
- Ahí es cuando uno se empieza a reir de cualquier pavada."


El mundo ha vivido equivocado, Roberto Fontanarrosa.






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